sábado, 12 de mayo de 2012

Retrato de la Reina María Luisa (Goya)

Este retrato de la Reina María Luisa forma pareja con el de su marido Carlos IV. Este fue el primer tipo de retrato para el que posaron los reyes en enero de 1789. Se han perdido los originales copiados del natural, pero a partir de ellos se hicieron numerosas réplicas realizadas por Goya y copias de taller en las que a veces es imposible notar intervenciones de colaboradores.


La reina está representada a la edad de treinta y siete años y vestida de protocolo con traje de ceremonia que sigue la moda francesa. El vestido se ajusta al cuerpo por un corpiño de talle puntiagudo, con falda de poco vuelo, sin ahuecar con miriñaques o armaduras; pronunciado escote levemente cubierto por una fina mantilla llena de transparencias y veladuras; mangas ceñidas que cubren sólo el antebrazo rematando en el codo con finos encajes. El peinado, aunque voluminoso, ya aparece sin empolvar y lo más llamativo es el exagerado tocado, denominado escofieta, en la que a modo de cofia se mezclan puntillas, cintas, lazos y plumas, y cuyas delicadas calidades destacan sobre el fondo oscuro.
En el pecho lleva una medalla con la cruz azul de la Orden Imperial de la Cruz Estrellada, condecoración que era otorgada por los monarcas del Sacro Imperio Romano Germánico. En la mano derecha sostiene un abanico cerrado, algo muy habitual en sus retratos, y la izquierda cae de forma lánguida. Sobre el fondo aparece un gran cortinaje verde ocultando un mueble sobre el que reposan los atributos reales: la corona y el manto de armiño.


En cuanto al rostro, Goya vuelve a intentar reflejar algo más que el semblante, busca individualizar y caracterizar al personaje, captar su temperamento. Lo consigue reproduciendo su penetrante mirada que conjuga con una insinuada sonrisa que, más que simpatía, denota seguridad. Resulta el retrato de una mujer astuta y dominadora, y por las referencias de la duquesa de Abrantes, sin ningún sentido del ridículo en cuanto a sus gustos en el vestir. Lo que sí está claro es que no parece gozar de las simpatías del pintor.

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