martes, 31 de mayo de 2016

Paisaje nevado con patinadores y trampa para pájaros (Pieter Brueghel el Viejo)


De este cuadro, que Brueguel el Viejo pinta en 1565, y que se conserva en los Reales Museos de Bellas Artes de Bruselas, haría más tarde dos copias su hijo Pieter Brueghel el Joven, una de las cuales se puede ver en el Museo del Prado. El cuadro representa un amplio panorama con una aldea entre cuyas casas serpentea un canal helado salpicado por numerosos personajes patinando o jugando al colf (juego que tiene su origen en el siglo XIII y que causó furor en el XVII, hasta tal punto que los municipios tuvieron que dictar regulaciones que lo restringían a determinadas áreas fuera de la ciudad, y que finalmente quedó prohibido. Sobrevivió en Escocia, y desde allí volvió al continente en el XIX transformado en el golf actual). El papel predominante de la trampa para pájaros a los pies del árbol situado en primer plano y la presencia de los patinadores han llevado a algunos autores a interpretar esta escena como una alegoría moralizante sobre la fragilidad de la existencia humana, que está expuesta a peligrosas trampas.

miércoles, 18 de mayo de 2016

San Vicente Mártir (Bernardo de Arás)


Al igual que el Calvario del post anterior sobre Bernardo de Arás, también esta tabla representando a San Vicente Mártir proviene de la Iglesia del Hospital de Nuestra Señora de la Esperanza, San Lorenzo y San Vicente de Huesca, y se conserva en el Museo de la capital oscense.
El Santo se represente de pie sobre un edículo de rica mazonería tallada con decoración gótica, cuyo fondo está decorado con un paño de brocado. En las cuatro hornacinas laterales y bajo doseletes van cuatro ángeles que portan los atributos de su martirio: el ecúleo o cruz en aspa, los garfios de hierro, la rueda de molino y los látigos o flagelos. Los ángeles visten túnica o túnica y manto. Según Bertaux esta forma de representar a un santo en edículo, rodeado de ángeles o figuras alegóricas es una particularidad en Aragón, teniendo ejemplos de ello.
San Vicente viste alba talar y dalmática en negro con fondo de oro picado y rayado esgrafiado, ribeteada en oro y con labores de gofrado, cuyos temas se repiten simétricamente, abierta por los lados; el alba cae a sus pies en angulosos y quebrados pliegues, en la parte inferior se abre una superficie de brocado en consonancia con la característica decoración eclesiástica aragonesa. Lleva manípulo rojo y porta la palma de martirio y un evangeliario como atributo diaconal. Se le representa como un joven imberbe destacando la finura de sus manos y la expresión de su rostro.

martes, 3 de mayo de 2016

Santa Teresa de Jesús (Vicente Berdusán)


En el Museo de Huesca se expone este cuadro procedente de algún convento oscense desaparecido tras la desamortización. El artista presenta a Santa Teresa sentada en un banco, con los brazos abiertos, y la mirada dirigida hacia la paloma que revolotea en un cielo de nubes; ésta es uno de sus atributos como inspiradora. Delante, una mesa con una calavera, un libro y un tintero encima. La figura de la Santa resalta sobre un fondo en penumbra: el suave modelado de su rostro y manos, la perfecta conjunción de luces y sombras, los pequeños matices en los objetos, en una gama de tonos oscuros en contraste con algunos tonos claros, las carnaciones y el rojo de sus labios. Aunque toda la bibliografía, inventarios, catálogos y otras referencias citan como autor a Vicente Berdusán, actualmente hay un sector crítico que rechaza esta autoría.